Los amores que conocemos (aunque sean tardíos) son la PASION y el ROMANCE, ninguno de éstos, aunque ocupe el centro del escenario, puede con la carga que representa la realidad, ambos son un escape de la misma.
El romance se envuelve en velos y encajes, perfumes, canciones y lentes con tonos rosa, para evitar cualquier indicio de realidad del ser amado que derrita la brillante fantasía.
La pasión vuelca todas sus energías en exagerar la realidad, afinando las cuerdas de la emoción en su tono más alto, en un impulso que nos consume y nos lleva hacia la tensión, el drama, el peligro y la muerte.
El amor, en un contexto romántico o apasionado, es un permiso para ser complacientes con nuestras propias necesidades y fantasías, un refuerzo para nuestras debilidades y un accesorio para nuestro tambaleantes egos.
El verdadero amor es, sobre todo, una emanación de la razón, una perseción racional de otro ser humano y una evaluación lógica de sus necesidades, virtudes o fracasos perticulars a la luz de la realidad.
si y no es febrero...
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